.@ Sujeta fuertemente el mango de su abanico de guerra con la palma derecha, para poder elevarlo unos pocos centímetros de la tierra y dejarlo caer con fuerza sobre el suelo frío y agrietado, exclamando desde el interior de su máscara lo inevitable, mientras escucha el resonar de su metálica arma golpear el suelo y sentir como algunas pocas brisas mueven su túnica oscura que recubre la mayoría de su cuerpo. .@El Plan Ojo de Luna, ¡COMIENZA!